jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº1968

Ciudades

Bahía Blanca como protagonista de un animé japonés

La empresa Nippon Animation reversionó en 1976 el clásico relato “De los Apeninos a los Andes” y la ciudad fue elegida para protagonizar cuatro de los 52 episodios que se transmitieron en todo el mundo.



La empresa Nippon Animation reversionó en 1976 el clásico relato “De los Apeninos a los Andes” y la ciudad fue elegida para protagonizar cuatro de los 52 episodios que se transmitieron en todo el mundo.

Contaba con una población de poco más de 4.300 habitantes que debían lidiar diariamente con la distancia, el viento, la falta de comodidades y la constante sensación de habitar un poco más allá de los límites de la cartografía.

En aquel poblado -aún no había recibido el estatus administrativo de “ciudad”- todo era novedoso: la llegada del ferrocarril, la construcción de un muelle, la precaria instalación de un servicio telefónico, la apertura de un pequeño hospital en una casa particular y hasta la realización de los primeros comicios para elegir intendente.

Se trataba, en rigor, de una localidad prácticamente desconocida para la mayoría de los argentinos. A lo sumo, una vaga referencia de lejanía al momento de mencionar el sur bonaerense. No mucho más.

Sin embargo, ese mismo año el nombre de Bahía Blanca apareció publicado en “De los Apeninos a los Andes”, uno de los relatos centrales del libro “Corazón”, del novelista italiano Edmondo de Amicis.

La trama, en versión resumida, cuenta la historia de Marco, un niño de 13 años cuya madre había emigrado un par de años antes “para ponerse al servicio de alguna casa rica y ganar así, en poco tiempo, el dinero necesario para levantar a la familia”.

Durante dos años, el joven había recibido por escrito las noticias de su madre desde Argentina, pero sorpresivamente las cartas dejaron de llegar luego de una en la que le revelaba que tenía problemas de salud. Ante la preocupación e incertidumbre, Marco toma la decisión de ir a buscarla.

La travesía del joven está llena de complicaciones. Una de las primeras sucede cuando, luego de 27 días a bordo de un barco mercante, llega finalmente al comercio porteño en el que trabaja su madre, un bazar ubicado sobre la calle de las Artes (hoy Carlos Pellegrini):

 “-¿No es ésta -dijo el muchacho, procurando echar fuera la voz- la tienda de Francisco Merelo?

“-Francisco Merelo murió -respondió la señora en italiano.

“El chico recibió una fuerte impresión al oírlo.

“-¿Cuándo murió?

“-¡Oh! Hace tiempo -respondió la señora-; algunos meses; tuvo malos negocios, y se fue. Dicen que se fue a Bahía Blanca, muy lejos de aquí, y murió apenas llegó allá. La tienda es mía.

“El muchacho palideció.

“Después dijo precipitadamente:

“-Merelo conocía a mi madre; ella estaba aquí sirviendo en casa del señor Mequínez. Sólo él podría decirme dónde está. He venido a América a buscar a mi madre. Merelo le mandaba las cartas. Necesito encontrar a mi madre”.

A partir de ese momento, Marco sigue el rastro a partir de las múltiples referencias que le aportan los diferentes personajes que conoce a lo largo del relato: el derrotero se extiende por el barrio de La Boca, el Río Paraná, Rosario, Córdoba y San Miguel de Tucumán, hasta arribar a una finca situada “a orillas del Saladillo” donde se reencuentra con su madre, en un final que oscila entre lo dramático y lo milagroso.

El relato de De Amicis resultó un éxito: además de superar las 40 ediciones vendidas, fue llevado tres veces al cine -en 1916, 1943 y 1959- demostrando su vigencia como una historia clásica para diferentes generaciones de italianos.

Pero, curiosamente, la versión más conocida a nivel mundial llegó en 1976, cuando la empresa Nippon Animation decidió recrearla como una serie de animé, el tradicional estilo japonés de animación.

Emitida durante 52 episodios bajo el nombre “Tazunete Sanzenri” (“Tres mil leguas en busca de mamá”), esa adaptación de “De los Apeninos a los Andes” incluyó algunas licencias artísticas, como la entrada de nuevos personajes, el desarrollo de conflictos adicionales en la trama, y hasta un cierre con algunas modificaciones respecto del original.

Una de las mayores novedades que presentó la versión japonesa es la presencia de Bahía Blanca como escenario principal de la historia durante cuatro episodios, del 33 al 36, titulados “Kaasan ga inai” (“Mamá no está aquí”), “Jenoba e kaeritai” (“Quiero volver a Génova”), “Kaasan no natsukashii moji” (“Una carta de mamá”) y “Sayounara Baia Buranka” (“Adiós Bahía Blanca”).

A diferencia del relato, donde es simplemente mencionada en una línea de diálogo, la ciudad adquiere un llamativo protagonismo en la recreación animada.

Al observar esos capítulos, que se encuentran disponibles en la plataforma YouTube, es posible apreciar a Bahía como una ciudad de casas bajas con estilo colonial, veredas empedradas y calles de tierra, en las que también aparecen algunos comercios y fondas donde transcurre parte del argumento. También se ven una hostería, una iglesia y una estación de trenes.

Pese a que Hayao Miyazaki, encargado de dibujar las escenografías de la animación, había viajado a la Argentina para hacer una interpretación lo más realista posible de cada uno de los paisajes elegidos, algunas de las referencias locales son, cuanto menos, llamativas.

En diferentes diálogos, aparecen menciones como “las minas de las montañas que hay en Bahía Blanca”, la búsqueda de una casa en “la calle Rapaz” y hasta un pedido para ubicar Zampaburro, “un barrio donde viven muchos italianos”.

Tras esa escala bahiense, la desesperada historia de Marco prosigue con rumbo a Buenos Aires y se extiende por otros 16 capítulos hasta arribar, al igual que en el libro, a un desenlace conmovedor, con reencuentro familiar incluido.

Fuente: La Nueva

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