Las celebraciones de fin de año encontraron a la provincia de Buenos Aires con una canasta festiva marcada por fuertes incrementos y un poder adquisitivo deteriorado. La combinación de salarios rezagados, ajustes acumulados y precios en alza volvió a poner a la canasta navideña como un indicador clave del malestar económico en los hogares.
Un informe de la consultora Focus Market reveló que el conjunto de productos típicos de Navidad registró en 2025 un aumento promedio del 27% interanual. El estudio incluyó alimentos tradicionales y artículos de decoración, con variaciones significativas según el rubro y el origen de los productos.
Dentro de los alimentos característicos de las fiestas, los incrementos fueron más pronunciados. La torta española de frutos secos encabezó las subas con un 47%, seguida por el pan dulce con frutas, que trepó 44%, y el turrón blando de almendra, con un alza del 38%.
En contraste, otros productos mostraron ajustes menores, como el pan dulce con chips de chocolate, las garrapiñadas de maní y el champagne. Aun así, el valor promedio de doce artículos relevados pasó de $75.013 en 2024 a $95.401 en 2025, una diferencia que impactó de lleno en la planificación familiar.
El rubro decoración navideña también reflejó aumentos, aunque más moderados. Los precios subieron en promedio un 12%, con fuertes alzas en pesebres, juegos de luces LED y guirnaldas. En sentido inverso, algunos adornos mostraron bajas, lo que llevó a un consumo más selectivo.
Según el relevamiento, el 74% de los consumidores priorizó promociones y descuentos, mientras que una porción menor recurrió a cuotas o beneficios por pagos digitales. La tarjeta de crédito continuó siendo el principal medio de financiamiento, junto con el aguinaldo y los rendimientos de cuentas remuneradas.
En los comercios de cercanía, la oferta de comidas preparadas apareció como una alternativa para reducir costos y tiempos. Platos clásicos como vitel toné, tomates rellenos, torre de panqueques o pollo al spiedo se consolidaron como opciones para compartir, aunque con precios que obligaron a recortar cantidades.
La mesa dulce, uno de los símbolos de la Navidad, mostró una amplia dispersión de valores. Desde opciones económicas hasta versiones premium, el gasto final varió según el tamaño del grupo familiar, con totales que pudieron duplicarse o triplicarse en hogares numerosos.
El vicepresidente de la Confederación General Almacenera (CGA), Fernando Savore, describió un escenario de ventas contenidas en los almacenes barriales. En declaraciones a medios del sector, afirmó que “el movimiento es pausado” y explicó que la compra anticipada de productos navideños se fue debilitando con los años.
Savore destacó que la canasta básica de cinco productos se mantuvo como una opción accesible y sostuvo que el crecimiento del comercio de proximidad se explicó por la llamada “compra hormiga”. “La gente compra lo justo y necesario”, señaló, al describir un aumento en la cantidad de tickets pero no en el volumen por operación.
Frente a este escenario, la provincia de Buenos Aires anunció la distribución de bolsas y cajas navideñas a través del Ministerio de Desarrollo de la Comunidad, que conduce Andrés Larroque. El operativo incluyó productos tradicionales y se articuló con municipios y organizaciones sociales.
En paralelo, distintos distritos bonaerenses impulsaron iniciativas propias, como ferias de alimentos a precios populares, canastas con valores acordados y actividades comunitarias. Estas políticas locales buscaron amortiguar el impacto de la inflación y sostener el clima festivo en un contexto económico adverso.
Con precios en alza y consumo medido, la Navidad volvió a mostrar una postal repetida: mesas más ajustadas, decisiones cuidadosas y un esfuerzo colectivo por mantener vivas las tradiciones pese a las dificultades.