Katopodis y Valenzuela replican la estrategia: candidatura testimonial y licencia inmediata

La sesión preparatoria del Senado bonaerense dejó una escena reveladora. Dos dirigentes ubicados en veredas políticas opuestas —Gabriel Katopodis y Diego Valenzuela— actuaron con un libreto calcado: juraron sus cargos y, acto seguido, pidieron licencia por dos años. El gesto confirmó una práctica extendida en el sistema político argentino: utilizar candidaturas que solo buscan fortalecer armados internos sin la intención real de ejercer la representación legislativa.

En el caso de Katopodis, el movimiento estaba prácticamente cantado. El ministro de Infraestructura ya había deslizado que seguiría en el gabinete provincial y que su desembarco en el Senado no era definitivo. Con la reciente modificación del Consejo de la Magistratura incorporada en la Ley de Financiamiento, su continuidad en el Ejecutivo quedó allanada. La banca que deja vacante será ocupada por Roxana López, referente de La Cámpora en Tigre, lo que fortalece al sector cristinista y añade un nuevo capítulo a la disputa interna con el gobernador Axel Kicillof. Su postulación, queda claro, fue más un gesto táctico que una apuesta parlamentaria.

Del lado libertario ocurrió algo similar, aunque con menos anticipación pública. Diego Valenzuela, ahora alineado con Javier Milei tras tres mandatos en Tres de Febrero, también pidió licencia minutos después de asumir. La decisión sorprendió incluso a referentes de su propio espacio. Su futuro inmediato estará en una nueva agencia nacional vinculada a seguridad y migraciones, que comenzará a funcionar en marzo. La vacante será ocupada por Marisa Pirillo, dirigente de Morón cercana a Sebastián Pareja, uno de los principales articuladores libertarios en territorio bonaerense.

Ambas movidas, casi en espejo, dejaron en evidencia que las candidaturas testimoniales atraviesan a todos los espacios y se consolidan como una herramienta de ordenamiento interno más que como un compromiso de representación efectiva.