jueves 20 de noviembre de 2025 - Edición Nº2542

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Turismo

La Plata, ciudad de leyenda desde el momento de su fundación

La capital bonaerense esconde muchos secretos e historias extrañas. ¿Por qué nunca un gobernador llegó a Presidente? ¿Qué símbolos esconde su plano? ¿Hubo una momia luminosa? ¿Existen los túneles platenses?



El caluroso 19 de noviembre de 1882 una multitud se reunió para asistir a un acto histórico: la fundación desde cero de una nueva capital provincial. Ese día se cristalizó el sueño del gobernador Dardo Rocha y nació la ciudad de La Plata; ese día, también, surgieron las leyendas platenses.

La tradición popular afirma que los adversarios políticos de Rocha convocaron a una bruja de Tolosa para que maldijera a la ciudad, lo cual todavía tiene consecuencias. ¿Qué otros misterios andan por las diagonales de la ciudad?

Maldición

La noche de la fundación llovió a cántaros. Muchos invitados se quedaron encerrados en el medio del barro y sin trenes para volver a Buenos Aires. La turba estaba enardecida por esto; y en este clima comenzaron a “operar” los partidarios de Julio Argentino Roca. El “Zorro” se oponía a las aspiraciones presidenciales de Dardo Rocha, que con la fundación de la capital bonaerense prácticamente se había construido su propio monumento.

Los roquistas aprovecharon el tumulto causado por el calor y la tormenta e incitaron a la gente a ir en busca de una “machi”, una hechicera mapuche que vivía en la vecina localidad de Tolosa, para que le echara una maldición a la ciudad recién nacida.

Ésta es una de las versiones de la causa del gualicho: otra dice que en realidad fue una venganza del pueblo tolosano porque La Plata se superponía parcialmente con él y le quitaba territorio.

La cuestión es que la gente llegó hasta la excavación que todavía estaba fresca (y llena de agua por la lluvia) donde bajo el sol de la tarde habían depositado la Piedra Fundamental de la ciudad, que contenía documentos, medallas y botellas de vino. Rompieron el cemento, robaron objetos y aprovecharon para vaciar varias botellas.

Luego llevaron a cabo la maldición. Con la machi a la cabeza, caminaron alrededor del pozo mientras pronunciaban las palabras del ritual, que reprodujo muchos años después el escritor Gualberto Reynal: “Nosotros, hombres y mujeres de bien, invocamos todas las fuerzas malignas de la tierra y del cielo. Convocamos a los espíritus del mal y les pedimos, les ordenamos, que se queden para siempre en este lugar por los siglos de los siglos. Y en este sitio, que nadie viva en paz y prosperidad si naciera una ciudad. Malditos sus habitantes, malditos los hijos que nazcan en ella, malditos sus jóvenes y malditos todos los que la amen y la defiendan”.

Después de la fúnebre ceremonia volvieron a tapar el pozo y se fueron. Al poco tiempo murieron dos hijos de Dardo Rocha, que además nunca llegó a ser presidente de la Nación. Pero la maldición fue más allá: nunca un gobernador bonaerense alcanzó la primera magistratura por el voto popular.

En 1999 se realizó una bizarra ceremonia de “contramaldición” en la Plaza Moreno. La llevó a cabo el brujo Manuel Salazar, a quien también se lo conocía como “el brujo de Eduardo Duhalde”, por su relación con el entonces gobernador.

El 24 de junio, la noche de San Juan, el brujo dijo, mientras miraba hacia la Catedral: “Señor Duhalde, sea usted bienvenido a la presidencia de la Nación”. Dos años y medio después, el político de Lomas de Zamora llegaría a esta instancia, pero ésa fue otra historia.

 

Símbolos

La ciudad, como es públicamente conocido, fue creada por miembros de la masonería. Así, mientras su trazado inspirado en los principios del sanitarismo convertían a La Plata en una “capital ideal”, también dejaban marcados los símbolos de la logia en sus calles.

Visto desde el aire, el dibujo de la ciudad de La Plata muestra con claridad los principales símbolos masónicos: la escuadra (la rectitud) y el compás (la igualdad).

Es la simbología más evidente, pero no es la única, ya que hay mucha escondida que aparece a partir de operaciones matemáticas. Por ejemplo, si se divide la longitud del perímetro platense por la medida de alguna de sus dos diagonales mayores, 73 o 74, el resultado da 3,14, el conocido pi. En otra operación aparece 1,618, el número phi o número aúreo.

También se pueden ver en las plazas el árbol cabalístico de los Sephirot, y como hay avenidas cada 6 cuadras se descubre que yendo de la periferia al centro aparece el satánico 666.

Todas estas especulaciones corrieron por vía oral, como leyendas, hasta que las puso en letra de molde el ya citado autor Gualberto Reynal en su casi inhallable volumen “La historia oculta de la ciudad de La Plata”.

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