Carlos Keen: el encanto rural que conquista a los viajeros del fin de semana

Carlos Keen es uno de esos destinos que parecen detenidos en el tiempo. Fundado a fines del siglo XIX alrededor de una estación de tren, este pueblo de menos de 500 habitantes se ha convertido en un refugio ideal para quienes buscan escapar del ritmo acelerado de la ciudad. Sus calles de tierra, casonas antiguas y silencios prolongados crean un ambiente que invita a bajar un cambio y disfrutar de lo simple.

Uno de los grandes atractivos del lugar es su oferta gastronómica, que creció en los últimos años sin perder el espíritu local. Restaurantes familiares, muchos de ellos instalados en viejas construcciones recicladas, ofrecen platos tradicionales argentinos con ingredientes de la zona. Asados, empanadas, pastas caseras y dulces regionales son parte del menú obligado para los visitantes de fin de semana.

La antigua estación de tren, hoy restaurada y convertida en centro cultural, es otro de los puntos clave del pueblo. Allí se realizan ferias de artesanos, exposiciones y espectáculos que mantienen viva la identidad del lugar. Aunque los trenes ya no pasan, las vías oxidadas siguen marcando el paisaje como un recordatorio de su origen ferroviario.

Además del paseo gastronómico y cultural, Carlos Keen ofrece amplios espacios verdes para quienes deseen caminar, hacer un picnic o simplemente contemplar la tranquilidad del entorno. Lejos del turismo masivo, este rincón bonaerense sigue apostando al turismo slow, donde lo importante no es correr, sino quedarse un rato más.