martes 14 de octubre de 2025 - Edición Nº2505

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Economía

Seis de cada diez familias bonaerenses usan la tarjeta para llegar a fin de mes: alivio momentáneo, deuda asegurada

15:54 |Un informe nacional revela que el 60 % de los hogares recurre a la tarjeta para comprar alimentos o pagar servicios. La mayoría solo puede cubrir el pago mínimo y la deuda crece mes a mes. Economistas advierten que se convirtió en una “muleta económica” ante la falta de efectivo.



La tarjeta de crédito, pensada originalmente como una herramienta para financiar consumos puntuales, se transformó en una extensión del sueldo. Según el último informe de QMonitor, casi seis de cada diez familias argentinas —y en el conurbano bonaerense el número es aún mayor— usan la tarjeta para cubrir gastos corrientes como alimentos, medicamentos o transporte.

El fenómeno se consolidó en un contexto de inflación persistente y salarios que no acompañan el ritmo de los precios. En muchos hogares, la tarjeta funciona como un salvavidas momentáneo: permite comprar hoy lo que el bolsillo no alcanza a pagar en efectivo. Sin embargo, ese alivio tiene un costo alto. Cerca del 38 % de los usuarios solo puede abonar el monto mínimo cada mes, lo que multiplica los intereses y agranda la deuda.

De acuerdo al relevamiento, el 69 % de los hogares declara que sus ingresos no alcanzan para cubrir lo básico, y el 71 % enfrenta dificultades para pagar cuentas y servicios. Los rubros donde más se ajusta son los alimentos (32 %), el entretenimiento (22 %) y la indumentaria (14 %). Aun así, el gasto con tarjeta no disminuye: se vuelve el único modo de sostener el consumo cotidiano.

En el conurbano, la postal se repite: resúmenes con mínimos crecientes, límites de crédito agotados antes de mitad de mes y refinanciaciones que se multiplican. Los bancos ofrecen planes de pago, pero con tasas que superan el 200 % anual, lo que convierte a la deuda en una carga difícil de revertir.

El uso de la tarjeta para gastos básicos refleja un cambio profundo en los hábitos de consumo. Dejó de ser un instrumento de compra planificada para transformarse en una herramienta de supervivencia. Cuando el crédito reemplaza al ingreso, la economía familiar se vuelve frágil: cada mes se empieza desde más abajo y con más deuda.

Mientras tanto, las familias bonaerenses siguen ajustando, comparando precios y usando la tarjeta una vez más, sabiendo que cada compra resuelve el presente, pero compromete el mes siguiente.
 

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