
La fiebre amarilla vuelve a estar en el centro de la atención sanitaria en la provincia de Buenos Aires, luego de que organismos internacionales reportaran un fuerte incremento de casos en América del Sur. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en lo que va del año se confirmaron 354 infecciones, con 151 personas fallecidas, principalmente en Brasil y Colombia. La cifra representa un aumento del 480% respecto del mismo período del año pasado.
En Argentina, el último Boletín Epidemiológico Nacional no registra casos confirmados, aunque mantiene siete en estudio —dos de ellos en territorio bonaerense—. Aun así, los reportes oficiales advierten una suba del 30% en las notificaciones con respecto al promedio de los últimos años.
Frente a este panorama, la OPS recomendó a los países de la región reforzar la vigilancia, la vacunación y las estrategias de comunicación preventiva. En ese marco, el ministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, advirtió sobre la reducción del acceso a la vacuna. “El Gobierno nacional ajustó en vacunas de fiebre amarilla, dejando de aplicarlas a quienes viajan a zonas de riesgo. Es una irresponsabilidad sanitaria”, expresó.
La fiebre amarilla es una enfermedad viral transmitida por mosquitos que puede causar cuadros graves e incluso la muerte. Aunque no tiene tratamiento específico, la vacuna es la principal herramienta preventiva: se aplica una vez en la vida y brinda inmunidad a los diez días. También se recomienda el uso de repelentes, ropa clara y de manga larga, y la eliminación de recipientes que acumulen agua.
Actualmente, la vacuna forma parte del Calendario Nacional de Vacunación en zonas de riesgo como Misiones, Corrientes, Formosa y algunos departamentos de Chaco, Salta y Jujuy. Para quienes viajan a regiones con circulación viral, se aconseja aplicarla al menos diez días antes del viaje, ya que algunos países la exigen como requisito de ingreso.